Muro de piedra, presente, pasado y futuro

El muro de piedra es uno de los arquetipos constructivos más primigenios. Existen en diversas variables, desde piedra en seco, mampostería o sillares labrados a muros hidráulicos atados con morteros de diferentes índoles.

En el último siglo, la evolución de sistemas constructivos como el hormigón armado, han llevado a un paradigma en el que el muro puede perforarse hasta quedar reducido a su mínima expresión, el pilar. Esto permitía un alarde de grandes aperturas, inconcebible hasta el momento. Al mismo tiempo generaba una segunda derivada, el muro que antes era el elemento portante y la fachada al mismo tiempo, ahora separaba la función estructural del cerramiento. Este es el punto en que aún hoy nos encontramos, fachadas complejas con múltiples capas, donde cada una se centra en resolver un problema aislamiento térmico, acústico, impermeabilización, estructura y acabado exterior e interior…

Le Corbusier Dom-ino ©FLC-ADAGP. Fuente: https://tecnne.com/le-corbusier/dom-ino-uno-a-uno/

El resultado son las construcciones actuales, donde cada vez se requiere de mayor tecnología para resolver lo que siempre se resolvió con la mínima técnica. Al separar cada función en capas, aparecen nuevas patologías entre los múltiples materiales que acaban conformando el muro. En definitiva en un gran porcentaje de las actuaciones este tipo de construcción no se ve justificada, y solo es el resultado de una inercia constructiva de las últimas décadas.

Desde Bancal Arquitectura llevamos tiempo reflexionando sobre este tema, y nos proponemos hacer un manifiesto que suponga el llamamiento al uso de elementos tradicionales a través de una relectura actual. Es por eso que nos hemos dedicado en los últimos años a estudiar y experimentar diferentes alternativas de muros que posteriormente incorporamos en nuestros proyecto con resultados muy satisfactorios. Nuestro punto de partida es el muro tapial romano. Es un muro con dos hojas de piedras colocadas contra un encofrado de madera y posteriormente rellenas en su alma mediante tierra, bolos y mortero de cal.

Adam, JP. (1996).”La construcción romana, materiales y técnicas”. Editorial de los oficios. Leon.

Este muro gozaba de por sí de muchas virtudes entre las que destacamos;

Gran capacidad higrotérmica. Al ser materiales porosos (la tierra, la piedra y la cal) actúan como reguladores de humedad de la edificación, tendiendo siempre a igualar la humedad exterior e interior generando una atmosfera saludable y evitando condensaciones o espacios demasiado secos.

 Su ecología, el muro está compuesto de tierra del propio terreno y piedras de canteras locales, lo cual evita que tengamos que traer materiales de lugares lejanos reduciendo así la contaminación implícita de la construcción.

Economía. Aunque a priori un muro de piedra parece más caro que un muro convencional de la actualidad, es un estigma creado de que cuando se utilizan en la construcción actual muros de piedra, estos solo tienen la última capa del muro en piedra, por lo que la piedra solo es un acabado. Mientras que el muro de piedra a estudiar, es uno en sí mismo. No tiene capas extra ni requiere de diferentes oficios para ejecutarlo. Todo esto se ve reflejado en un ahorro de casi un 40% respecto de construcciones actuales en las que por un lado se construye la estructura, por otro los cerramientos, aislantes y acabados, siendo necesario involucrar diversos oficios.

Colchón térmico. Su gran masa hace que el muro tenga una increíble inercia térmica, actuando como amortiguador térmico entre el invierno y el verano y la noche y el día.

Sin embargo el muro tradicional tenía ciertas carencias;

Aislamiento térmico, aunque su gran grosor permitía actuar de aislamiento, no sería suficiente para cumplir con los estándares actuales, ya que la transmitancia térmica de la piedra y la tierra no es lo suficientemente baja.

Es por ello que haciendo una relectura de esta maravilla constructiva a través de los nuevos materiales y técnicas se puede aprovechar todo el conocimiento milenario que almacena esta construcción vernácula y mejorar sus carencias.

En este caso se propone acabar con el problema térmico. Para ellos se dota de muy baja transmitancia a la argamasa del alma del muro a través de un mortero de cal y bolas de arlita. De tal manera que con espesores de 70 cm tenemos muros de piedra a dos caras con un equivalente de aislamiento térmico de lana de roca de 20 cm. Es decir un muro que no tiene pérdidas energéticas, al mismo tiempo que se ejecuta en una sola capa transpirable gracias al mortero de cal. Manteniendo todas las virtudes del muro convencional y mejorando sus defectos.

A continuación se muestran algunas imágenes de los ensayos de tramo de muro de 1x 0,70x 1m, donde se estudiaron distintas dosificaciones para la argamasa central para su fácil ejecución en obra. Una vez endurecido fue sometido a diferentes pruebas que garantizaron el trabajo solidario entre las dos hojas de piedra.

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